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Análisis de los elementos que componen las aulas

Una vez efectuada la presentación general de estas aulas, pasaremos a analizar algunos de los elementos que las componen siempre desde la perspectiva de su potencial didáctico.

 

Resulta evidente que el aula arqueológica persigue, y en general cumple, dos objetivos interrelacionados: la contextualización y la aproximación.

 

La contextualización es ante todo geográfica e histórica pero también -y esto es quizás lo más importante desde el punto de vista didáctico- vivencial, por así decirlo: frente a la objetiva frialdad de la ruina arqueológica que nos muestra sólidos edificios que el tiempo ha reducido a la realidad de una mera planta con sus cimientos, el aula arqueológica ofrece al visitante el alzado ideal de esos edificios, de manera que pueda reconstruir a un tiempo y de un modo aproximado tanto las vivencias de sus antiguos moradores como la que podría haber experimentado él mismo de haber sido uno de ellos.

 

Es precisamente, con ese aspecto vivencial de la experiencia con el que entronca el aula arqueológica como aproximación. Especialmente mediante la reconstrucción de espacios y objetos integrados en ellos, el visitante puede sentir que entra en un ámbito que en esos momentos está habitado, que tiene vida. La posibilidad de tocar y utilizar esos objetos completan la propia integración en el ambiente que crea el aula.

 

Es la conjugación de estos dos aspectos lo que confiere al aula arqueológica su peculiaridad frente al tradicional museo. En éste una sabia presentación de objetos reales (no reproducidos, como en las aulas) puede lograr un alto nivel de contextualización, por ejemplo, mediante paneles informativos. Pero difícilmente se logrará una aproximación, dado que distintos elementos, como pueden ser la vitrina de cristal blindado o la cámara que te vigila desde el techo dotan a los objetos expuestos en el museo de un aura reverencial que no hace sino alejarlos del tiempo y el espacio del visitante. El aula arqueológica pretende, por tanto, colmar las lagunas de contextualización y aproximación que son inevitables por otro lado, tanto en el yacimiento arqueológico como en el museo. De hecho, prácticamente todos los elementos que conforman las aulas participan de la contextualización y la aproximación, si bien en unos predomina uno u otro de esos aspectos.

 

 

Un recurso eminentemente contextualizador es el PANEL INFORMATIVO, del que encontramos gran variedad en las aulas, ninguna de las cuales carece de ellos. Su abundancia se halla en proporción directa con el mayor carácter informativo del aula. Un ejemplo evidente lo tenemos en Las Médulas, que es sin duda el aula más contextualizadora y menos aproximativa de todas, lo que se explica por la índole particular del yacimiento, puesto que el visitante puede recorrer las auténticas galerías de la explotación aurífera romana. El aula, por tanto, tiene como objetivo explicar al visitante cómo y para qué se derribó una enorme montaña inyectándole agua a través de esos túneles que ha recorrido. Los paneles de esta aula son muy abundantes en cantidad y en información que ofrecen. 

Si bien no son de gran originalidad, sí que muestran un esfuerzo por ofrecer la información de una manera atractiva al visitante mediante la mezcla de elementos gráficos, fotográficos, literarios, cartográficos, etc. Algunos de ellos, además, recurren a procedimientos electrónicos para mostrar la información. En el de la presente fotografía, el visitante puede pulsar una serie de botones que iluminan puntos del mapa para resaltar diferentes asentamientos en la zona de Las Médulas.

En todo caso, a ninguno se le oculta que los paneles informativos y, en especial, los que solamente encierran un mensaje escrito, suelen ser el elemento menos atractivo, sobre todo, para el tipo de joven visitante que todos tenemos en mente. Por ello, merece la pena resaltar el esfuerzo imaginativo desplegado en algunas aulas para hacer del panel un elemento bien integrado en ellas y con una adecuada combinación de mensaje escrito y visual. En este sentido podemos destacar los tres paneles-arconesdel aula de Aguilafuente, en los cuales el visitante, al abrirlos, descubre escenas cotidianas de la villa, muy bien dibujadas y acompañadas de textos claros y amenos. Todo ello resaltado por la matizada luz procedente del fondo del arcón.

Otro elemento contextualizador, pero evidentemente mucho más atractivo que el panel son las MAQUETAS, de las que cuatro de estas aulas ofrecen ejemplos que nos han parecido de muy alta calidad, en general. Destaca la maqueta de la villa de Aguilafuente,  cuyo detallismo obliga al visitante a detenerse un buen rato ante ella para admirar la precisa reconstrucción de las estancias y de los personajes que las ocupan. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

También en este sentido cabe destacar los paneles de tipo armario del aula de Petavonium. Así, el que muestra la fotografía parece ofrecer solamente datos sobre el asentamiento de la legión en la zona y la armadura de un legionario. Pero al abrir la puerta del panel se descubre  la parte posterior de ese legionario junto con más información referente al armamento que porta. 

Un ejemplo de la eficacia didáctica de una maqueta lo encontramos en el aula de Las Médulas, que simula tanto el interior como el exterior de la explotación aurífera. Recordemos también que en la misma sala se encuentra la reproducción de una herramienta topográfica denominada chorobates junto a la cual un dibujo y un pequeño cartel  informan sobre su empleo en topografía minera. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pues bien, en la maqueta pueden verse dos operarios manejando el chorobates para comprobar la correcta inclinación de los canales excavados en la montaña: uno calcula distancia y desnivel con el artilugio y el otro marca con una pértiga el punto de referencia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otro notable ejemplo de maqueta es la que reproduce un campamento romano ideal en el aula de Numancia. Esta maqueta puede servirnos como contraste entre este recurso didáctico y los ya mencionados paneles informativos: por ejemplo, no es lo mismo plantarse ante el panel informativo que en Pisoraca recoge el campamento y sus partes (un panel que, por otra parte, es de notable calidad) que recrearse en la contemplación de la citada maqueta del aula de Numancia,   en la que, además de las diferentes dependencias del campamento, se observa, en toda su animación, la vida militar que se desarrollaba en su interior: la infantería en formación , la caballería desfilando, el entrenamiento en la lucha , la construcción del vallum , la vigilancia desde y bajo la torre, etc. No obstante, la maqueta debe complementarse con la adecuada explicación por parte del guía acerca de las diferentes dependencias y facetas de la vida en el campamento, algo que sí que puede ofrecer el panel informativo.

 

Un elemento contextualizador, pero que nos pone ya muy en camino de lo aproximativo es la RECONSTRUCCIÓN DE ÁMBITOS Y DE AMBIENTES, lo cual no deja de ser el objetivo principal de estas aulas arqueológicas. Lo que se persigue, en primer lugar, es que el visitante perciba un enorme contraste entre lo que le ofrece el aula y el mundo que deja atrás al cruzar su puerta. Algo que, la verdad, no todas las aulas logran en la misma medida.

 

Hay un ejemplo particular como es el del aula de Pisoraca que con su magnífica reconstrucción de la torre del campamento, de la palestra y de la vía con sus miliarios es capaz de hacer olvidar rápidamente al visitante que se encuentra en unas dependencias anejas a una prosaica estación de autobuses.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sin embargo, en el resto de las aulas la reconstrucción ambiental es totalmente interior. Por ejemplo, las tres que tratan el tema militar abordan la reproducción del barracón de diferente modo. Así, la de Numancia reconstruye uno más propio de un campamento estacional que permanente, en el que apenas podemos contemplar unas simples literas desnudas al fondo y la habitación destinada a depositar la indumentaria militar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En Pisoraca se ofrece una escena, en una de las esquinas de la sala central, en la que se combina el dibujo de una litera y cuatro soldados con la reproducción real de una mesa con alimentos y bebida. En ésta no vemos la reconstrucción física del barracón como en Numancia, pero sí aparece la presencia humana lo que la dota de mayor realismo. Finalmente, en el aula de Petavonium se conjugan los dos aspectos anteriormente vistos: en primer lugar, porque se accede a la estancia destinada al barracón desde la representación de una calle . Y una vez dentro, están reconstruidas las dos habitaciones características de éste: primero el armamentarium,  y después, la zona de convivencia y dormitorio,  que es, sin lugar a dudas, uno de los ámbitos mejor reconstruidos de todas las aulas. En él se combina la figura humana admirablemente pintada en perspectiva, con mobiliario y elementos arquitectónicos reales, entre los que destaca la chimenea, reproducida con gran verismo.

 

Otro de los ámbitos quizá mejor recreados de todas las aulas sea la taberna del aula de Pisoraca,  que en este caso sí ofrece un contraste muy fuerte a su favor con la poco cuidada representación de una taberna en Medinaceli, aula que, no obstante, hay que recordar, acoge una aceptable reconstrucción de la sala noble de una casa adornada con un mosaico real aunque de moderna factura. No obstante, en la citada taberna de Pisoraca se echa en falta la presencia humana, que la habría conferido un realismo aún mayor del que de por sí posee.

Junto a la figura humana, el otro elemento clave de aproximación al espectador moderno es la reproducción de objetos de época. Y, en algunos casos, la posibilidad de  su uso y manejo por parte del visitante, lo que constituye una de las ventajas del aula arqueológica respecto a otros ámbitos de exposición: mobiliario, vajilla, como el armario (Foto 33) de Medinaceli, herramienta, como la agoga (Foto 34) de Las Médulas, vestimenta y armamento, como el armamentarium (Foto 35) de Petavonium, material lúdico, estelas (Foto 36) y miliarios, como los excelentes (Foto 37) que se reproducen en Pisoraca, etc. 

Como hemos señalado, la mayoría de estos objetos reconstruidos pueden ser utilizados por el visitante. Este es el aspecto en el que el aula arqueológica cumple en mayor medida su cometido de aproximación de un mundo lejano al presente. De hecho, como cabría esperar, éste es el aspecto que resulta más ameno para el visitante, especialmente joven. Por ello hay aulas que desarrollan más la posibilidad de participación. Algunas, incluso, han destinado un espacio exclusivo para talleres didácticos. Tal es el caso de Medinaceli, que cuenta con una sala infantil en la que los niños pueden realizar maquetas de una domus romana, decorarla con mobiliario hecho con plastilina o diseñar su propio mosaico distribuyendo las teselas a modo de puzzle. O el aula de Pisoraca, que dispone de un taller dedicado a la cerámica en el que el visitante, además de contemplar todas las piezas de una vajilla de lujo romana, puede él mismo contribuir a aumentar ésta modelando algunas piezas.

En Aguilafuente, aunque no existe un espacio reservado para taller, durante el recorrido se presenta la opción de elaborar un puzzle recomponiendo las piezas del mosaico encontrado en el peristilo de la villa de Santa Lucía, o bien contribuir con el pintor de la villa en la ardua tarea de decorar una pared, para lo cual se le proporcionan los utensilios necesarios.

El máximo grado de participación se logra en Petavonium o Pisoraca cuando el alumno puede llegar a convertirse en un auténtico soldado romano y comprobar in situ el verdadero peso de su armadura y vestimenta . De igual modo, en Aguilafuente el visitante puede pasear por el peristilo con una auténtica toga virilis  en compañía de una puella también debidamente ataviada con su túnica. 

Otros elementos en los que ya no podemos detenernos, y que son comunes a las aulas, son los recursos audiovisuales y multimedia. En algunas de las fotografías que se han visto han aparecido zonas dedicadas a mostrar al visitante una proyección, siempre breve, que resume los contenidos del aula y su contexto histórico, en formato de vídeo o del llamado diaporama. Hay dos aulas que reservan una sala para este cometido, Aguilafuente y Las Médulas, siendo ésta última la única de la que se puede decir que tiene una auténtica sala de proyección. La de Aguilafuente tiene el encanto de estar integrada en el conjunto arquitectónico románico pero lo cierto es que es pequeña e incómoda. A ello se añade que en otras aulas este aspecto está bastante descuidado, como en Pisoraca. Y en aulas como las de Numancia y Petavonium, la presencia de un  televisor introduce un elemento excesivamente anacrónico en un conjunto que pretende reconstruir un ambiente antiguo.

 

La calidad de los audiovisuales que se proyectan es, en general, notable. Son concisos, precisos y suelen estar narrados desde la perspectiva de uno o varios personajes que habitaron el lugar al que se dedica el aula, o bien desde la personificación de dicho lugar, que cuenta sus vicisitudes históricas.

 

Para finalizar esta tercera parte, mencionaremos los recursos informáticos, cuya presencia se hace prácticamente indispensable en la actualidad. Aparecen en la mayor parte de las aulas normalmente bien disimulados e integrados en el contexto. En general, aportan una información muy básica, transmitida, en algunos casos, a través de sencillos juegos con los que nuestros alumnos están muy familiarizados.

 El aula de Numancia cuenta con un medio que combina lo visual con lo auditivo denominado autómata, a través del cual se nos da a conocer el ritual funerario celtíbero. Sus características hacen muy difícil fotografiar su interior, por lo que sólo podemos mostraros su parte externa.

Tal vez sea éste uno de los aspectos en el que sea más necesario avanzar haciéndolo aún más atractivo y aumentando sus posibilidades lúdico-didácticas.

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